Comida S.A., contar lo que se esconde y nos comemos a diario

Los frigoríficos y sus altísimos muros, los criaderos de pollos sin ventanas ni entrada de luz natural. Nada podemos ver de lo que ocurre dentro. Si lo haríamos, cambiaríamos nuestra alimentación sólo por asco.

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La alimentación es un tema que se ha vuelta tan central como controversial, en los últimos tiempos. Muchas son las personas que optaron por  un cambio de hábitos alimenticios en busca de una vida saludable. Hay quienes optan por el veganismo, otros por ser vegetarianos y otros sólo reducen la ingesta de carnes y deciden consumir mucha fruta y verduras.

También se promueve el cambio de alimentación, como modo de paliar el cambio climático y disminuir el calentamiento global entre otras consecuencias perjudiciales para el planeta.

Comida S.A. (Food Inc.) es un documental que trata el tema de la alimentación pero no sólo desde la óptica del cuidado personal y la salud, sino también desde la visión económica y política del tema. Manipulación de leyes, lobby empresarial para obtener mayores ganancias, endeudamiento crónico de los productores que les venden a las grandes firmas, acompañado de extorciones. Eso y mucho más.

Para ver el documental, seguir este enlace.

Quizá puede tornarse aletargado su ritmo de narración, es cierto. Pero el potencial está en la cantidad de información que brinda y el relato en carne propia (nunca mejor dicho) de los protagonistas.

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Impactan las diferentes miradas y biografías. La del productor de pollos que baja la ventanilla de su 4x4 y dice que el olor a excremento de las aves huele a dinero. La de la productora que llora ante la cantidad de pollos que a diario mueren producto de las hormonas que les inyectan para que en 30 días tengan el tamaño de uno de 80. El de la mujer a la cual se le murió su hijo de dos años tras consumir carne con escherichia colis. La de los grandes frigoríficos de producción porcina y vacuna que se sostienen por medio del maltrato animal y humano. Y muchas más…



Si vieramos por dentro como funciona la industria de los alimentos que consumimos, dejaríamos de hacerlo. De natural ya nos les queda ni su origen, muchos de ellos son producidos en laboratorios. Los que no, son modificados en su genética. Todo tiene propiedad intelectual y eso quiere decir que por todo hay que pagar. Tal como ocurre con Monsanto y su ejército de vigiladores secretos que persigue y amenaza a los granjeros que se niegan a usar sus semillas.

La síntesis de todo la formula el propietario de una huerta orgánica que con toda claridad señala:

Le hemos acertado tan bien al blanco equivocado. Nos convertimos en una agricultura de tecnología, concentrados en el cómo de la cosa.

Afortunadamente, la decisión está en nuestras manos. Como se deja claro en el documental, podemos votar al menos tres veces al día por cambiar este sistema de alimentación. Si exigimos otros productos, el sistema no tendrá más opciones que adaptarse.